Para comenzar hablar sobre está temática que nos atraviesa a todos por igual, empezaré dando una pequeña definición de los conceptos "vínculos" y "virtualidad".
El concepto vínculo se refiere a la Unión o relación no material, especialmente la que se establece entre dos personas. Por el otro lado, esta el concepto de virtualidad que es una nueva forma de relación entre el uso de las coordenadas de espacio y de tiempo, supera las barreras espacio temporales y configura un entorno en el que la información y la comunicación se nos muestran accesibles desde perspectivas hasta ahora desconocidas al menos en cuanto a su volumen y posibilidades. La realidad virtual permite la generación de entornos de interacción que separen la necesidad de compartir el espacio-tiempo, facilitando en este caso nuevos contextos de intercambio y comunicación.
La psicóloga María Cristina Rojas explicó en el coloquio internacional sobre Culturas Adolescentes que la virtualidad "da lugar a la exploración colectiva de sensaciones sólo mentales o imaginarias y colabora así a desalentar aquella ferviente búsqueda moderna de autenticidad, del ”verdadero yo”, diversificado en estos juegos en que personalidades múltiples pueden ser creadas y “vividas” con simultaneidad".
Una vez dada una pequeña introducción sobre el tema, nos preguntamos a qué se refiere está frase "Los vínculos en épocas de virtualidad".
En la actualidad todos vivimos entre pantallas, es decir estamos constantemente a estar con el teléfono celular, tablet o computadora para todos lados, y más aún el celular, no importa la edad, raza, sexo o color, es inevitable que no te sumergas en un teléfono para chatear, ver videos, jugar, informarte, etc. Esta nueva época de virtualidad o mejor dicho "paradigma tecnológico" nos a traviesa a todos por igual. Ya se perdió la costumbre del hablar cara a cara, o ver la televisión o una película en familia, la era moderna fue desterrada por la nueva era de la información y las comunicaciones online.
Otra temática fuertemente ligada a la era de las pantallas es la cuestión de la realidad y la ficción. Quien se vincula con la imagen es un yo ciertamente ficcional, sin relaciones y por ende, de precaria identidad, un yo que a veces podrá quedar absorbido por el mundo de imágenes en el cual él cree poder encontrarse y reconocerse. Es decir, las relaciones transitorias e inestables, junto a cierta pregnancia de vínculos a distancia y la inmersión en la imagen, acentúan el desarraigo de una identidad que requiere la pertenencia a configuraciones vinculares, algunas de ellas estables, para su construcción y sostén: subsiste entonces un yo inconsistente que corre el riesgo de diluirse en el juego de los espejos.
Las personas son dependientes de los aparatos tecnológicos, cómo dijimos de los celulares, a tal punto que lo tenemos naturalizado e internalizado que estamos cada 5 minutos el celular para saber si tenemos un mensaje de texto o solo para ver la hora.
La presencia constante de imágenes prefabricadas ocupa además espacios de atención que se restan al contacto directo, visual y verbal, con los otros de la Vida Real: también, los otros del parentesco. Por ejemplo, las pantallas suplantan con suma frecuencia la narración de cuentos u otras formas de contacto humano directo que acompañaran el momento del sueño de los niños en modelos familiares previos.