sábado, 11 de julio de 2020

La deuda, una película de Gustavo Fontán sobre un mundo alienado

A  finales del 2019, realicé una entrevista al cineasta Gustavo Fontán, para la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO).

El cineasta lomense habló con AUNO sobre su largometraje, estrenado en septiembre. “Escribimos (el guión) con el estado emocional que el triunfo de Macri provocó en una inmensa parte de la población”, aseguró el director de El limonero real.

“¿Qué pasa con un mundo vaciado de ternura?”. A partir de esta pregunta, el director de cine Gustavo Fontán indaga en su último film La Deuda qué pasa con los vínculos humanos cuando están atravesados por el dinero.
“Pensamos las relaciones entre los personajes de una manera particular, vaciada de ternura. Porque eso creo que es lo que nos pasa en este mundo urgido y marcado por el dinero”, remarcó el cineasta, en diálogo con AUNO.
La película, producida por Lita Stantic y  y El Deseo de los hermanos Almodóvar, muestra el periplo que vive Mónica, interpretada por Belén Blanco, para juntar el dinero que necesita para saldar una deuda. La búsqueda, los intercambios, el préstamo, las relaciones familiares, están enmarcadas por los paisajes del conurbano bonaerense.
“Para nosotros, el camino de Mónica era un camino hacia el desierto. El paisaje urbano no acoge, es hostil. Calles desoladas, autopistas, paredones”, aseguró Fontán, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Mónica debe dinero y sigue un derrotero nocturno para poder saldar la deuda. ¿Cuánto influyó el contexto al eje narrativo de la película?
En principio, la escritura del guión y la realización de la película estuvo fundada en una pregunta: ¿qué pasa con los vínculos humanos cuando están atravesados, de manera concreta o simbólica, por el dinero?. Y por otro, lo inmediato del contexto: cuando escribimos el guión con Gloria Peirano, todavía no había ocurrido la inmensa deuda contraída por la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que nos condena de una manera atroz. Pero sí lo escribimos con el estado emocional que el triunfo de Macri provocó en una inmensa parte de la población.
Parecía paradójico: aunque un poco más de la población lo había votado, desde el primer día uno salía a las calles y se encontraba con gente agobiada por la tristeza, un estado emocional muy profundo de desesperanza. La fantasmagoría de los globos era el contraste patético con esa tristeza. El contexto en el que se estrenó la película profundizó estas lecturas.
¿Qué recursos o elementos de ese contexto utilizó para construir la narrativa? 
En relación a la pregunta que nos hacíamos sobre cómo son afectados los vínculos por el dinero, pensamos las relaciones entre los personajes de una manera particular, vaciada de ternura. Porque eso creo que es lo que nos pasa en este mundo urgido y marcado por el dinero. Trabajamos mucho con los actores para construir estos vínculos.
Por otro lado, para nosotros el camino de la protagonista, aunque se mueve en un territorio urbano, era un camino hacia el desierto. Y todas las áreas, el sonido, la luz, el arte, debían acompañar, sin ilustrar nunca, esta idea.
¿Por qué eligió al Conurbano sur como escenario de esta historia?
Filmamos la película en el sur de  la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano aledaño: Avellaneda y Gerli.  Esa es la porción geográfica del mundo. Ese borde. Pero el territorio de la película es la abstracción de ese mundo, su figura nocturna y  espectral. Mónica, para juntar el dinero que nadie puede prestarle en su totalidad, realiza un periplo. Se mueve constantemente dentro del territorio y hay cierta circularidad en sus movimientos.
Para nosotros, el camino de Mónica era un camino hacia el desierto. El paisaje urbano no acoge, es hostil. Calles desoladas, autopistas, paredones. La película empieza de día y termina de día. Pero ya la luz, aunque siendo portadora de su belleza natural, es intermitente. En esos destellos parece que recuperamos su belleza. Pero esa luz dorada aparece y desaparece, no consigue instalarse, como si no hubiese lugar en el mundo para ella. La belleza lo intenta, pero no alcanza a sacarnos de la desolación. Ni la belleza del sol entrando por la ventana del tren conjura la soledad. 
En una atmósfera tan particular, ¿cuál considera que fue la escena más difícil de realizar?
Cada parte, cada imagen, tiene un valor enorme en una película. Y cada imagen tiene su propio desafío. Por eso, durante todo el rodaje el grupo de trabajo extrema la concentración para no confiarse. En este caso, el rodaje era complejo porque era casi todo noche, invierno, y casi nunca repetíamos locaciones. A veces, además, como en el caso de la escena en el tren, precisábamos esa luz particular del amanecer, que dura muy poco.
¿Considera que podemos encontrar otras “Mónica” en el conurbano? 
Estoy seguro que sí, muchísimas.
¿Cuál es el mensaje que quiere dejar con esta película? 
Una película no debe dar mensajes. Cuando hacemos una película, esperamos que el espectador se formule también las preguntas que están en el origen. En este caso, ¿qué pasa con un mundo vaciado de ternura? Y qué además pueda sentir, de una manera análoga, a lo que sentimos quienes la realizamos.

Ficha técnica

Título: La deuda
Dirección: Gustavo Fontán
País: Argentina
Año: 2019
Duración: 74 minutos
Género: Ficción.
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años.

Reparto: Belén Blanco, Marcelo Subiotto, Leonor Manso, Edgardo Castro, Walter Jacob, Andrea Garrote, Pablo Seijo.
Sinopsis: Mónica no realizó unos pagos de un cliente de la oficina en la que trabaja. Los quince mil pesos que faltan no solo la comprometen a ella sino también a un compañero, que es quien descubre la falta. Parece que no es la primera vez, pero el compañero, a pesar del enojo, conserva el silencio y vuelve a creerle: Mónica se compromete a reponer la suma de dinero a la mañana siguiente. Son catorce horas aproximadamente; catorce horas, en su mayoría nocturnas, de las que dispone Mónica. Durante ese tiempo la acompañamos por su derrotero. Sus movimientos, siempre intensos, conllevan finos tajos, y a veces no tan finos, sobre sus vínculos. Como si solo se tratara de intercambios, transacciones desligadas del afecto. Las ayudas de su hermana y un amigo, más el dinero que tienen ahorrado con su pareja, le permiten alcanzar la cifra. Ya tiene la cantidad en su cartera, puede pagar la deuda. Pero todavía queda un encuentro en el fondo de la noche.